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Mural Niten Argentina


Senpai Joel en el Clarín

por Niten - 22-feb-2013


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Nací en Porto Alegre hace 50 años. Mi padre se dedicó a la venta de zapatos y mi madre fue costurera. Los recuerdo con gran cariño. Tuve una infancia muy bonita y austera en la ciudad de Gravataí (dentro de Porto Alegre). No sufrí la separación de mis padres porque era un bebé. Mi adolescencia también fue hermosa, crecí nadando en las lagunas y jugaba muchísimo al fútbol, armaba pelotas de papel y era feliz, no teníamos dinero para comprar una pelota clásica. Crecí fuerte y sano porque mi mamá con mucho esfuerzo plantaba verduras y frutas y también criaba cerdos, cabritos y pollos.

Me casé y tuve dos hijos: Rafael y Handra, mi gran debilidad. Mi pasión por la cultura japonesa comenzó a los 10 años cuando vi una película protagonizada por Robert Mitchum, “El cielo fue testigo”, en donde los americanos se enfrentaban con los japoneses en la II Guerra Mundial. Lo que más me impactó fue una escena de pelea y entrenamiento de dos japoneses con espadas de bambú. Gritaban como dos tigres enfurecidos y parecían seres de otro mundo, fue increíble.

Comencé la práctica de Artes Marciales a los 20 años haciendo Shorinji Kempo, un arte que combinaba movimientos de karate y aikido con Matsuo Ushida Sensei (maestro) al sur de Porto Alegre. Practiqué desde los 20 a los 34 años. Siempre fue mi pasión todo lo referido a la espada Samurai. Un compañero me comentó que en San Pablo había un Maestro que enseñaba Kenjutsu solamente a brasileños. Entonces enloquecí y me fui para allá. Viajé 18 horas para conocer al sensei Jorge Kishikawa, el fundador del Instituto Niten. De ahí en más me abracé a la práctica de la espada Samurai.

Llegué a la Argentina en el 2007 y fue muy duro para mí. Tuve que alejarme de mi hija Handra, que hasta ese momento vivía conmigo. Me partió el alma el desapego, es muy fuerte, pero vine por mis hijos, para dejarles el ejemplo de que en la vida los desafíos hay que superarlos aunque duelan mucho y vencer las dificultades que se nos presentan. Y por supuesto vine siguiendo el legado de mi sensei, que me encomendó la tarea de continuar con la difusión del arte marcial que amo profundamente.

El Instituto Niten, al que represento en el país, desarrolla practicas con las técnicas de bastón, katana (espada samurai) y espadas de bambú. Transmitimos las virtudes perdidas como coraje, compasión, lealtad y gratitud, entre otras. Su enseñanza es dentro y fuera del dojo (lugar de práctica).

Vivo en Callao y Sarmiento y dicto clases en Paraguay 2060, donde está la sede principal de Niten en el país. Me considero un sempai (compañero más avanzado y más antiguo). En las prácticas soy exigente y enfático y fuera de ellas disfrutamos con mis alumnos tomar un café, un helado, sonreímos y nos divertirnos.

Me gusta mucho Buenos Aires porque hay mucha cultura, teatros, librerías, facultades que permiten que jóvenes de otras nacionalidades puedan estudiar aquí, eso me parece bárbaro. Los porteños me encantan porque son muy cariñosos, valoran mucho mi trabajo. Buenos Aires es la París de Latinoamérica porque es muy romántica, como dice mi hija Handra.

Las anécdotas que más recuerdo son dos que me marcaron a flor de piel. Fueron en el año 2007. Recién llegaba de Brasil e hicimos una gran exhibición en el Jardín Japonés de Palermo acompañando a mi sensei Jorge Kishikawa. El lugar es la cuna de la cultura japonesa y haber hecho mi primera exhibición ahí es un recuerdo imborrable. Pero la anécdota que fue un antes y un después del Instituto Niten en el país fue haber participado en el evento más grande y más importante de artes marciales que yo he vivido hasta el día de hoy en Argentina. Se hizo en el Luna Park y se denominó “El Golpe del Dragón”. Hubo alrededor de 500 artistas marciales. Esa noche fue mágica porque, el samurai Néstor Varzé rompió 52 barras de hielo y fue récord del mundo. Ahí me di cuenta de que estaba dejando una huella y que el camino era el correcto en la difusión del arte que amo. Llevo 6 años en este bendito país con el honor y el orgullo de representar a Niten y quiero agradecer profundamente a mis alumnos, que sin la ayuda de ellos no hubiese logrado continuar el legado que nos otorgó nuestro sensei Jorge Kishikawa.

¡Muchas gracias Argentina!




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